UNA ECONOMÍA CONFINADA ACELERADA EN TIEMPOS DE CRISIS MUNDIAL
Un viaje en el tiempo:
La especie humana, así como tantas otras especies en el mundo, necesita de la cooperación para subsistir. Es la constante interacción y comunicación entre nosotros la que nos ha ayudado a avanzar como civilización y hacernos la especie dominante del planeta. El avance de la tecnología en cada una de las eras de nuestra civilización nos ofreció una puerta para nuevos conocimientos. Pero desde la invención de la rueda, la escritura y el papel, ningún conocimiento había transformado tanto la forma de relacionarnos como el internet.
Pero la informática, la computación y el internet no eran sencillos al inicio. Se necesitaron varios desarrollos para que se popularizara su uso. Ahí, cuando se desarrollaban nuevas formas para hacer del computador una maquina accesible para todas las personas, fue cuando comenzaron los primeros pasos de una economía en la que todos estaban “hiperconectados” desde la soledad de su casa. Genios como Bill Gates o Steve Jobs desarrollaron grandes empresas que transformarían el mundo, pero las desarrollaron más desde un garaje que desde una oficina o un laboratorio.
Estamos en 1970. Los nerds comenzaban a dominar el mundo de los negocios. Sistemáticamente todos los sectores de la economía comenzaron una transformación para vincular computadoras, robots, software y más recientemente internet para desarrollar, iniciar, consolidar o transformar los negocios. En unos pocos años la lista Forbes vio como entre sus anaqueles de empresarios y banqueros llegaron los dueños de la industria tecnológica, y se posicionaron en lo más alto de la tabla.
Ahora estamos en 1990. Los modelos de negocio cambiaron gracias a la velocidad vertiginosa con la que las computadoras e internet avanzaban. Modelos como el de Cameron y Quinn sobre la cultura organizacional mostraban que las organizaciones tecnológicas, enfocadas en la innovación y lo que el mercado demandaba, eran mucho más flexibles que las empresas tradicionales, y su jerarquía no era tan pronunciada, sino que se fundamenta más en la colaboración y la cooperación, que en las instrucciones y el procedimiento (Ariza, 2017). Las empresas de lo que comenzó a llamarse Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) transformaban las empresas y el mundo de los negocios.
Llegamos al 2010. La cuarta revolución industrial toca las puertas de la humanidad recogiendo los avances de los últimos 20 años: Computadores portátiles, celulares, teléfonos inteligentes, tablets, Wi-Fi. La sociedad ya se encontraba en línea y digitalizada, pero ahora el siguiente paso sería dotar de internet a todo. Desde relojes hasta gafas, los televisores y las radios; puertas, ventanas, luces y cocina; autobuses, semáforos, trenes y estaciones; edificios y calles. Ahora todos los elementos son alcanzados por el “internet de las cosas” 1 . Recolectan información sobre nuestras actividades diarias, la organizan y almacenan, y al final es armonizada para que nuestra experiencia sea más personalizada, más optima, desde la aplicación que más usamos en la mañana hasta el tráfico que vivimos para ir al trabajo (Perasso, 2016).
Claro que esto aplica para los que van al trabajo, pues hay quienes trabajan sin ir. El teletrabajo ha aparecido con las computadoras y el internet. Muchos trabajadores ahora van a trabajar desde el estudio de sus casas. Así como aquellos que diseñaron las computadoras y los programas que usan hace 40 años, los empleados por teletrabajo utilizan el espacio de su casa favorito para llevar a cabo sus actividades, impulsar sus negocios y recibir el sueldo. Los modelos de negocio tradicionales salen de este mundo, y las ‘Start up’ se convierten en la nueva forma de hacer empresas aplicando la tecnología (Volberda et al., 2017).
Tenemos aplicaciones en el celular para lo que deseemos. Si tienes hambre, haces “click” en tu plato favorito. Si la ropa está sucia, haces click y alguien viene por ella, la lava, la plancha y te la devuelve. Si algo se daña, estás a un click de obtener una solución. Prender las luces es incluso automático. Para limpiar tu casa puedes usar un robot o bien hacer click por los materiales o por alguien que lo haga por ti. Todo lo que una persona necesite lo puede hacer sin salir de casa, todas las personas que necesite ver las ve sin tenerlos cerca. El mismo tiempo espacio estaba siendo desafiado por la nueva forma como internet permitía a dos lugares diferentes del mundo estar en contacto instantáneo, todo gracias a la virtualidad (Smiley, 2015).
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1 Como lo explica Julio Arevalo (2016), el Internet de las cosas es el nombre que se le ha dado a la “interconexión de los objetos cotidianos con Internet” (P. 24). 2 Como explica Irene Cañete, el termino anglosajón “Start Up” representa empresas emergentes que usualmente tienen un alto componente tecnológico, proporcionando como ejemplo el caso de exitosas empresas como Facebook y Google (Cañete, 2018).
Y estamos en el ahora, el 2020. La virtualización de la realidad es lo que nos demanda hoy. Pasamos de recrear la realidad en lo virtual a hacer de los espacios físicos parte de las interacciones virtuales gracias a ese internet de las cosas. Pero es sin lugar a dudas, el poder interactuar desde la soledad del hogar lo que nos comienza a representar, llevamos décadas en este proceso, pero en la última hemos visto una aceleración tecnológica sin precedentes que nos permite estar en casa sin perder contacto con el mundo, muy por el contrario, estando más conectados que nunca.
Y ¿Qué trae de nuevo el COVID-19?
No existe duda de que esta pandemia representa un hito en la historia de la humanidad; no por sus niveles de fatalidad, no por sus síntomas, No, al menos estrictamente, por la cantidad de personas que infecta. El virus logró paralizar el mundo físico en el que nos desarrollábamos como civilización. Autopistas vacías, empresas cerradas, talleres y edificios desolados. ¿Pero vio la virtualización alguna alteración? ¿se debilitó?. La respuesta salta a la vista. Un proceso que se venía haciendo de manera paulatina de repente se vio forzado a aparecer de golpe ante quienes aún no estaban preparados para manejarlo.
Ya se había comenzado a hablar de la “shut-in economy” 3 (economía confinada, o economía encerrada) de manera tímida en algunos círculos de intelectuales y empresariales dentro del medio de las start up. Ellos, los creadores de las start up, que son quienes más trabajan desde casa, ya veían como la interacción humana se veía reemplazada por los comandos virtuales. Todas sus necesidades no corporales ya están satisfechas. Quien les deje la comida en la nevera, o aliste su hogar. Pero ahora se trata de que todos ingresemos en la misma dinámica, inicialmente porque así lo exige el cuidado de nuestras vidas, y en un futuro cercano, porque así lo exige el avance la economía, de la tecnología (Smiley, 2015).
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3 La economía confinda o economía cerrada es definida por Smiley (2015) como la evolución de lo que ya advertían los expertos del Carneige Mellon College en 1998, que consistía en que Internet reducía las intenciones de contacto social de quienes lo usaban con otros individuos. Smiley explica que ello ha llevado a que la economía empiece a funcionar en una sociedad con la menor cantidad de contacto físico posible.
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Por supuesto que quedan retos. Muchas actividades, especialmente las esenciales como los servicios de salud y de seguridad, así como las que requieren la industria primaria y la secundaria, no están dentro de los parámetros de esta virtualización. No significa que no hayan sido alcanzadas por la tecnología, pero evitar el trabajo físico en estas actividades parece aún una utopía. Sin embargo, esta “cuarentena” mundial nos está mostrando el futuro, así que por paradójico que suene, tenemos que salir a ver el mundo que hoy nos confronta desde el encierro, y que nos prepara para una nuevo tiempo en la historia de la humanidad.